Historia de la Iglesia en San Pablo

En el principio, no había iglesia en San Pablo. El lugar donde hoy se levanta el templo era un espacio silencioso, sin reuniones, sin alabanzas, sin hermanos ni hermanas que se congregaran. Solo existía un local vacío, cerrado, y alquilado por las Asambleas de Dios, esperando el momento en que el Señor decidiera volver a traer vida espiritual a ese sitio. Fue entonces cuando, movidos por el deseo de restaurar la obra, las Asambleas de Dios enviaron al hermano Enrique Fallas. Él recibió las llaves del edificio y la encomienda de reabrir el lugar para el servicio del Señor. No había instrumentos, no había sillas, ni equipos, ni miembros, pero había algo más importante: fe y obediencia.

Poco a poco, Dios comenzó a mover corazones. Los primeros hermanos y hermanas empezaron a llegar, algunos curiosos, otros sedientos de una palabra de esperanza. Pronto se escucharon nuevamente los cantos de adoración, la enseñanza de la Palabra y las oraciones fervientes elevándose en aquel lugar.

La iglesia creció, no solo en número, sino en fe. Bajo el liderazgo del pastor Enrique Fallas y su esposa Elizabeth Esquivel, se formó una congregación unida, comprometida y apasionada por servir a Dios. Durante 17 años, ellos guiaron la obra con amor, entrega y fidelidad, marcando una huella profunda en la vida de muchos.

Con el paso del tiempo, el Señor llamó al pastor Enrique a su presencia, dejando un legado de servicio y ejemplo para todos los que conocieron su ministerio. Sin embargo, la obra de Dios no se detuvo. A inicios del año 2025, el liderazgo fue asumido por el pastor Juan José Ulate y su esposa Liselle Fallas, quienes continuaron el trabajo con el mismo amor y visión, bajo la guía del Espíritu Santo. Desde entonces, la iglesia en San Pablo ha seguido avanzando, consolidándose como una comunidad viva, llena de fe y esperanza. Cada culto, cada oración, cada proyecto y cada alma ganada para Cristo es testimonio del poder restaurador de Dios.

Hoy somos una iglesia firmemente establecida bajo la cobertura de las Asambleas de Dios, comprometida con el evangelio y con la misión de llevar el mensaje de salvación a toda persona. Miramos hacia atrás con gratitud por lo que Dios ha hecho, vivimos el presente con gozo, y caminamos hacia el futuro confiando en las promesas del Señor, sabiendo que quien comenzó la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6)